domingo, 18 de mayo de 2008

Narración

HK Subway by kwleung en Deviantart.com


El vagón

Por Jorge Luis Anaya M. (*)
jl.anaya@gmail.com


Pocos saben de su existencia. Pasa cotidianamente frente a los ojos perdidos de miles de usuarios, miradas como mero trámite, de personas que se abandonan al hecho de llegar con prisa a su destino. En un preciso instante del día, a una hora sólo conocida por unos cuantos, recorre los andenes abigarrados del metro. Los vendedores ambulantes saben que existe y evitan a toda costa subir a ese vagón siquiera por error, lo saben perfectamente, a esa hora vaga de entre la mañana y el mediodía.

A la cita con el vagón, llegan una a una las personas que han recorrido por mucho los túneles de la vida, los que han ido más allá del gozo, de la sorpresa de la alegría, del amor y el desamor. Han pasado una y otra vez por las habitaciones donde alguna vez encontraron pequeñas dosis de felicidad, envenenándose cada vez un poco en cada habitación, intoxicándose de esa sustancia espesa y gris que es el tedio, el hartazgo por vivir. Han ido y venido, reorientando su rumbo, buscando siempre, pero cegados por el brillo falso de saberse poseedores de personas y de objetos, escudriñando en las entrañas de la humanidad en donde no han encontrado nada más que miseria.

No se conocen entre sí, pero se reconocen. Apenas se miran y lo hacen con cierto desdén, saben que han agotado la vida y caminan lento, con dificultad entre la gelatinosa luz verde del andén. Cuando el vagón se detiene, entran con aturdida resignación, miran alrededor y se acomodan en un rincón mientras viajan a su ineludible destino. Se respira un tufo lúgubre, saben que el vagón regresará vacío esperando al siguiente puñado de seres cansados que de alguna manera supieron del vagón que lleva a la muerte.



(*) Nace en la Ciudad México, el mismo mes y el mismo año que Silvia Saint, aunque decidió hacer fama y fortuna de otra manera. Egresado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Comenzó a escribir casi accidentalmente cuando su novia le pidió que la acompañara a un taller de creación literaria en una librería en Coyoacán el año pasado. El paso por el taller fue brevísimo, terminó cuando el maestro le tiro la onda a su novia. Esa experiencia revolvió en él la inquietud de escribir, así que se alistó en el taller literario de Eusebio Ruvalcaba, donde las mejores lecciones de escritor las vivió con el mismísimo maestro en la mesa de cualquier cantina.

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