lunes, 1 de septiembre de 2008

Reseña de libro


La que se fue de Félix Luis Viera

Por Manuel de Jesús Jiménez

Los libros que tratan en torno al ser amado son, por así decirlo, una de las causas y consecuencias últimas del quehacer poético en todo lugar, donde la silueta de aquella persona aparece y desaparece en una flama de mundos y épocas líricas. Tal vez uno de los poemarios por antonomasia en las letras en español, que celebra el sentimiento hacia el ser amado sea Veinte poemas de amor y una canción desesperada, obra referente de Pablo Neruda, en la que se da un desdoblamiento total del poeta para mitificar a las mujeres. Félix Luis Viera (Santa Clara, Cuba, 1945) en ésta antología de cinco libros publicados desde el año de 1976 hasta 1994, no busca la reconstrucción idealizada de sus amadas, pues dice “muchacha tan sencilla como una peluquería medieval”; sin embargo no niega el carácter inspirador de ellas, de cómo la poesía –que llegan a ser las mujeres– está lejos de los poemas, pues advierte el autor “Esta mujer que no sabe nada de Poesía”. Viera asume a la feminidad tal y como se le presenta, para desde ahí partir hacia una trayectoria de metáforas ágiles y nostálgicas que aún se respiran en el viento. En tanto que Neruda se preocupa en contarnos relatos heroicos en sus veinte poemas, Félix Luis nos confiesa “Mientras afuera llueve sonoro y sorpresivamente desde aquí aseguro el naufragio”. Así quizá Viera sólo conserva la “canción desesperada” de Neruda, porque la ansiedad y lo inasequible son tonos constantes en sus poemas.

Los versos de Félix Luis Viera suenan sinceros, en su lectura se nota el esfuerzo vivencial de las palabras. Las imágenes no suelen ser caprichosas ni puestas al arbitrio de la extravagancia, parecen ser playas líricas que muestran un paisaje con un mar más cercano y lejano a la vez. El poeta sabe que en la hoja hay un vacío preciso para ser colmado con el sustantivo y adjetivo visto en otro tiempo, al reencontrarse con él, llegan las palabras puntuales a tocar sus sienes. La emotividad del momento es el poema más real que nos puede brindar Félix, pero sabe que se irá después. “Dejadla así, allá, en el tiempo”.

Viera es uno de esos poetas que no se reservan nada, que no tienen miedo a desbordarse en el papel. Conoce la actitud verdadera del escritor como un creador con disciplina, pero a su vez, la de un creador que va dejando la huella de sus manos por todas partes. Entiende que se acaba paulatinamente, pero sabe que al final todos sus órganos se conservan en lo que escribe y deja de escribir todos los días, en los idilios y las mujeres que los provocaron. En el poema se vuelve a leer aquello por primera vez, la ignota sugiere a tantas: desde unas caderas negras que lo acompañan desde su patria hasta las piernas enormes que andan por la Ciudad de México. Son todas y ninguna, la que se fue y la que pudo ser, alguna colegiala que viene nuevamente “con sus ojos redondos y castaños”, “la dama de la noche” con la rajadura de estrella y su voz de contralto. La que apenas lo saluda hoy y la que lo conoce desde siempre.

La voz de Félix Luis Viera se vuelve triste y la añoranza es lo que la mantiene sonando. Es como una tarde lluviosa cuando el alma se moja poco a poco y Vallejo está al lado. El poeta conoce sobre la manera fugitiva de las mujeres, se entera de la huída, de la partida sigilosa cuando él fuma un cigarro a mitad de la madrugada., cuando pregunta por ella y el silencio responde con una voz ajena. ¿Por qué se fue? Es lo que se cuestiona al despertar en las mañanas o quizá ya lo sabe tras mirar de nuevo el camino que tomó. La que se fue es también una forma de preguntarse ¿a dónde fue?


El libro se encuentra a la venta en la Librería y Cafetería La Palabreta, ubicada en Álvaro Obregón 85, local C, Col. Roma (a la vuelta de la esquina de la Casa del Poeta Ramón López Velarde. Metro Niños Héroes, Insurgentes y Metrobús Álvaro Obregón).



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