viernes, 18 de enero de 2008

Cuento

Pesadilla recurrente


Por Ketshándrivel Bermúdez (*)

Se mordió la lengua mortalmente; tanto que sólo pudo cerrar los ojos y lagrimear. Su mordisco agujereó la punta de sus palabras y la sangre que brotaba tímida, le supo a tres coños y varios carajos silenciosos. Alguien le habló, pero no podía contestar. ¡Maldito chicle! Lo escupió con coraje. Seguido recobró la movilidad de la lengua herida en la corriente de ligerísimo dolor del cual se aliviaba.

- Disculpe, me he mordido…- como quien se repone de una desgracia.

La mujer no escatimó en darle tiempo ante el inconveniente. Sonrió con sarcasmo como si quisiera sacarle en cara la brutalidad. Comprendió la angustia del lacerado, porque eso le pasa a todo el mundo. Mientras el doctor Ruiz se estrujaba en su pequeño dolor, ella le miraba la mueca de la angustia y observó la belleza de su cara medio agujereada por el acné de la juventud.

- Mi nombre es Ana…cada vez que se muerda la lengua acuérdese de mí.

- No quiero hacerla un trauma…-contesto más calmado.

Ana quería estar tranquila y el ver que su médico era tan humano como ella, le dio confianza para treparse en la camilla.

- ¿Cuándo fue su último periodo?- preguntó el doctor.

- Hace exactamente una semana- explicó mientras ya posaba las piernas en la burra. La enfermera hizo acto de aparición para servir de testigo ante el examen pélvico. Así los dedos se sumergieron en la oscuridad uterina y palpó las paredes vaginales para encontrarse con la anormalidad que llevó a Ana a visitarle.

- ¿Qué molestias siente?- Preguntó disimulado la sorpresa del hallazgo.

- Doctor…oigo voces. Voces que vienen de adentro y luego un dolor que me hace perder la conciencia- explicó con tono quebradizo.

Sin poder diagnosticar, el hombre pidió que abriera bien las piernas para poder utilizar instrumentos más sofisticados. Acercó la lámpara y amplió la carne de la mujer como si estuviese interviniendo con la boca de una serpiente.

Una mano salió de las entrañas uterinas y agarró al médico por el cuello para sumergirlo en el ahogo. La enfermera lanzó un grito y fue agarrada por otras manos que la impulsaron adentro. La paciente quedó en estado catatónico, hasta que ya fueron digeridos por su canal íntimo. Al recuperar la conciencia, escuchó las voces dentro de su vientre y comenzó a llorar.

- ¡No! ¿Otra vez?- Se vistió nerviosa y salió del cuarto de examen sigilosamente.

Al llegar al estacionamiento y entrar a su auto, decidió que no podía seguir viviendo en esa pesadilla. Se quitó la ropa interior para sumergir su mano y así ser halada por los seres que estaba en su interior. Fue absorbida hasta desaparecer por completo. Al otro lado, encontró a todos sus amantes, violadores y médicos. Todos atrapados en un cuarto blanco, sin ventanas ni puertas.

Ana se acercó al doctor Ruiz y a su enfermera.

- ¿Qué tengo?- preguntó con vergüenza.

Los presentes la miraron con lujuria y la tiraron al suelo para abrirle las piernas. Así uno a uno le desgarró las entrañas, mientras Ana gemía a gritos. La sangre llenaba el espacio y todos corrían empujándose para escapar del limbo… Ella era la puerta de salida…


(*) Ketshándrivel Bermúdez vio la luz del mundo el 14 de noviembre del año 1974. Desde niña se inventaba cuentos inauditos para salvarse de sus travesuras. Su extraña fascinación por la fantasía, la hizo centro de innumerables tertulias infantiles donde le erizaba la piel a sus amiguitos con historias sacadas de sus pesadillas. Al crecer, estudió Comunicación y completó sus requisitos para obtener su Maestría en Redacción para los medios. Cuenta con una certificación de guionista de cine y televisión. Su pasión son: la poesía, el cuento, los relatos, el cine y las novelas con dramas que rompan los esquemas de la mujer sufrida. Aspira a convertirse en guionista de cine internacional y ha superado su terror a los insectos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

esto es una mierda...que mal gusto