viernes, 18 de enero de 2008

Política Internacional


Rehenes de las FARC, lucha entre Chávez y Uribe

Por Fernando Ugalde Pérez (*)

El pasado 10 de enero las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) pusieron en libertad a las políticas colombianas Clara Rojas y Consuelo González tras casi seis años de secuestro, en una noticia que acaparó espacios en la prensa de todo el mundo.

Más allá de que se trata de un asunto humanitario y de un largo conflicto de casi cuatro décadas entre el grupo armado más numeroso y antiguo de América Latina y el gobierno colombiano, el tema de la liberación de rehenes de las FARC se ha convertido en una lucha de poder entre los presidentes de Colombia, Alvaro Uribe Vélez, y de Venezuela, Hugo Chávez.

El primero, de tendencia derechista, es un aliado incondicional de Estados Unidos, mientras el segundo es de línea socialista y quizá el más duro crítico del presidente estadounidense George W. Bush, o al menos la figura pública internacional que más se atreve a desafiarlo.

Para el regreso a la libertad de Rojas y González tuvieron que pasar semanas enteras en las que ambos presidentes sudamericanos jugaron todas sus cartas para sacar la mejor cosecha política posible y quedar con una mejor imagen ante la comunidad internacional.

Una vez concretadas las liberaciones, analistas de todo el mundo coinciden en señalar a Chávez como el ganador indiscutible de esta lucha, pues su participación como mediador fue fundamental.

Todo inició cuando a mediados del año pasado Chávez se ofreció como “facilitador” entre las FARC y el gobierno de Uribe, junto con la senadora de oposición colombiana, Piedad Córdoba.

Ambos lograron avances sustanciales en pocos meses tras mantener contactos con los principales líderes de las FARC y estuvieron a punto de un acuerdo incluso mayor para liberar no sólo a dos, sino a decenas de rehenes en poder del grupo rebelde.

Chávez y Córdoba comenzaron a acaparar los reflectores internacionales y a ensombrecer la figura de Uribe, quien en cinco años en el gobierno nunca ha logrado avances en el proceso de pacificación con las FARC y, por el contrario, es acusado por los familiares de los rehenes de obstaculizar los acuerdos para que recuperen su libertad.

En este escenario, Uribe decidió en noviembre dar por terminadas las gestiones de Chávez e impedirle entrar a territorio colombiano para reunirse con el principal líder de la guerrilla, Manuel Marulanda “Tirofijo”, quien se refugia en la selva desde hace décadas.

Entonces Chávez rompió relaciones diplomáticas con el gobierno de Uribe y lamentó la decisión del colombiano, a quien acusó de someterse a las órdenes de la Casa Blanca y a quien dirigió calificativos similares a los usados contra Vicente Fox, como aquel famoso “cachorro del imperio”.

Sin embargo, las gestiones de Chávez con las FARC continuaron a distancia hasta que Uribe quedó entre la espada y la pared al anunciarse a mediados de diciembre que serían puestas en libertad tres personas: la ex candidata a la vicepresidencia colombiana Clara Rojas, su hijo Emmanuel procreado y nacido en cautiverio en 2003, y la ex legisladora Consuelo González.

Las FARC anunciaron que su decisión era “en desagravio” del presidente Chávez, a quien Uribe había cerrado las puertas de Colombia, y definieron fecha y lugar para entregar a los tres rehenes. Las liberaciones eran esperadas para antes de Navidad, pero el proceso se alargó en un estira y afloja en el que tanto Venezuela como Colombia jugaron sus cartas para sacar provecho propio.

Chávez apareció en cadena nacional en su país para anunciar el plan de liberación. Dijo que todo estaba listo y sólo faltaba que Uribe aceptara, con lo que le colocó la soga al cuello a su homólogo colombiano, quien no tuvo más que aceptar el plan.

Pero Uribe tenía una carta bajo la manga: sabía que en realidad las FARC no tenían en su poder al niño Emmanuel y al revelarlo acabó con el plan original de Chávez el último día de 2007. Los primeros días de 2008 se confirmó que el niño nacido durante el secuestro de Rojas y cuyo padre es un militante de las FARC, en realidad se encontraba en un centro de asistencia infantil de Bogotá desde 2003.

De inmediato, los partidarios de Uribe cantaron victoria y calificaron como un engaño el plan conjunto de Chávez y las FARC, hasta que el desenlace se produjo el 10 de enero, cuando helicópteros venezolanos entraron a un lugar secreto de la selva colombiana con insignias de la Cruz Roja para recoger a las dos mujeres que contemplaba el plan original y las llevaron a salvo hasta Caracas, donde fueron recibidas por un eufórico Chávez que al otro día apareció en los principales diarios del mundo con ambas ex rehenes.

Pese a sus continuos excesos verbales, el presidente venezolano marcó el ritmo de este proceso de liberación y logró lo que Uribe no ha podido hacer desde su llegada al poder en 2002: que las FARC aceptaran liberar alguno de los casi 700 rehenes que mantienen en sus manos.

Ahora la atención se centra en conseguir la libertad de los demás secuestrados, entre quienes destaca la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, compañera de partido de Rojas y González.

Habrá que ver qué tan hábiles resultan tanto Chávez como Uribe para lograrlo. Por lo pronto, el venezolano le ganó la primera al colombiano, quien se vio obligado a reconocer y agradecer el trabajo hecho desde Caracas para devolver su libertad a Clara Rojas y Consuelo González.

(*) El autor es editor de información internacional en la Agencia de Noticias de Estado Mexicano, Notimex

1 comentario:

Anónimo dijo...

Chávez ha logrado lo que no ha podido Uribe por una razón simple: los iguales se entienden; es decir, los de la FARC sólo harían pactos con gobiernos y personas que piensen como ellos. ¿Haría la FARC un pacto, para alcanzar lo que fuere, con Suiza, Dinamarca, Alemania, el Papa, por rejemplo?

Si Dios existe, será el único que podrá salvar al pueblo venezolano de la catástrofe inevitable como consecuencia de estar bajo el "mandato" de esa mezcla de payaso,megalómano,esquizodfrénico y analfabeto político.
Saludos:

Félix Luis Viera