viernes, 18 de enero de 2008

Política Nacional


Efectos del Gasolinazo

Por Néstor Leandro Hernández (*)

A mediados del mes septiembre de 2007 se aprobó con la alianza hecha entre el PRI y PAN, y la tímida actitud de los diputados del Frente Amplio Progresista (FAP), la Ley de Federalismo Fiscal que dotará al gobierno de Felipe Calderón de recursos adicionales por 114 mil millones de pesos, que equivalen a uno por ciento del producto interno bruto (PIB) en el primer año de su aplicación.

Los legisladores votaron en favor del incremento al precio por litro de gasolina y diesel, que será de 2 centavos a la Magna, 2.44 centavos a la Premium y 1.66 centavos al diesel, mensualmente. Es decir, entre enero de 2008 y junio de 2009 esos combustibles habrán aumentado su precio en 36 centavos por litro de gasolina Magna, 43.92 centavos de Premium y 29.88 de diesel. Así, al final de la aplicación del gravamen, por cada tanque de gasolina Magna de 40 litros un consumidor pagará ocho pesos más, mientras que en el caso de la Premium, 9.76

Resulta evidente que se trata de un ataque más del gobierno de Calderón a la población más pobre y a las clases medias, como cínicamente lo declaró el panista y expriísta Rodríguez Prats: “(El aumento) efectivamente lastima a las clases medias… son las que tienen dinero, y desde luego que todo impuesto es inflacionario” (La jornada 14/09/07).

En contraste, la reforma aprobada fue modificada en relación de la reforma calderonista original en lo que respecta al Impuesto empresarial a Tasa Única (IETU), con lo cual la mayoría panista y priísta aceptó las presiones del sector privado para reducir el monto de ese gravamen. Es decir, el PRI y el PAN prefirieron aumentar el precio de la gasolina y el diesel, de donde prevén obtener 14 mil millones de pesos en el primer año, y provocar un repunte inflacionario, que mantener en 17 por ciento la tasa del impuesto empresarial en 2008.

Lo verdaderamente curioso es que la Secretaría de Hacienda habla de un 3.5 por ciento de crecimiento de la economía sin reforma fiscal y un 3.7 con reforma, es decir, un 0.2 de diferencia. Si a eso se añade la inflación de 3 por ciento proyectada para 2008, más la inflación que provocará el incremento de los combustibles, entonces tenemos, que la economía no crecerá.

El gasolinazo, en particular, no representa una parte esencial del presupuesto del gobierno federal, de 2 billones de pesos y, por el contrario, tendrá efectos negativos. El gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, explicó que la aplicación de un nuevo impuesto al consumo de gasolina tiene “impactos directos e indirectos” sobre el comportamiento de la inflación. Los primeros están relacionados con el efecto inmediato del mayor precio, sin embargo, dijo no son los más relevantes, ya que este impuesto “puede contaminar la formación de precios”, incidir en un aumento de presiones salariales y en el costo del transporte público (El Economista 06/09/07).

Los impuestos son la principal vía de financiamiento de gasto público, sin embargo, es importante analizar en qué se gasta ese dinero recaudado de nuestro bolsillo. El presupuesto público desde el gobierno de Fox a la fecha aumentó el gasto corriente en 75 mil millones de dólares, y al crecimiento desorbitado de los recursos que maneja el Poder Judicial, que de 13 mil millones de pesos ejercidos en 2000 pasó a un gasto de 32 mil 800 millones en 2007, según cifras dadas por López Obrador en su reunión con los legisladores del FAP para “sugerirles respetuosamente” rechazar el gasolinazo a toda costa.

Durante la campaña electoral, Felipe Calderón se comprometió a reducir los precios de la gasolina, el gas y la energía eléctrica. Sin embargo, ha hecho exactamente lo opuesto. En lo que va de este gobierno no sólo han aumentado los precios de los energéticos, sino el costo de los principales alimentos de la canasta básica, como el frijol, el huevo, la leche, el pollo y la tortilla.

El impuesto a la gasolina y a los combustibles es un impuesto del cual no podemos librarnos. Lo ideal sería que todos los impuestos fueran progresivos, de modo tal que los que más tienen más paguen. Es cierto que existen ya impuestos que más o menos son de este tipo como el ISR y la Tenencia (que priístas y panistas han planteado desaparecer), pero también es cierto que existen un sinfín de mecanismos de los que se valen los grandes empresarios para no pagar impuestos.

Se llevarán a cabo medidas para que las grandes empresas no sean los principales afectados por este impuesto, ya que se reducirán las tarifas eléctricas a pagar por ellas, por lo que en teoría no habría razones para incrementar los precios de sus productos. Tomando en cuenta lo anterior, el gasolinazo por sí mismo posiblemente no tendría efectos inflacionarios si se permitiera que el transporte público no pagara dicho impuesto.

Tan sólo de diciembre de 2006 al mismo mes de 2007, la canasta básica se encareció en 34%, en promedio. En ese lapso, por ejemplo, el azúcar morena subió 10%, la cebolla 13, la leche evaporada 25, la leche pasteurizada 29, la tortilla 33, el aceite 35, el arroz 40, el pan de caja 51, el huevo 60, el frijol negro 87, la harina de trigo cien y la lenteja 102 por ciento.

En diciembre de 2006 la canasta básica costaba 818 pesos y el año pasado se incrementó a mil 103 pesos. La pura canasta alimenticia costaba 540 pesos en diciembre de 2006 y llegó a 732 pesos en diciembre de 2007.

Si agregamos la entrada en vigor, a partir del 1 de enero de este año, de las cláusulas en materia agropecuaria del Tratado de Libre Comercio (que afectan a frijol, maíz, leche y azúcar), la situación es especialmente delicada para el ciudadano común.

En el primer año del gobierno federal, el salario mínimo ya perdió 10% de su poder adquisitivo. En tanto, los principales grupos de poder económico mantienen sus tasas de ganancias sin problemas. Es decir, que en 2007 las políticas federales incrementaron la desigualdad social en el país. Y es que mientras las clases adineradas y la alta burocracia destina apenas 7% de sus ingresos en comida, las clases populares gastan la mitad de sus ingresos en sus alimentos.

El gobierno federal y sus voceros rechazan que haya una escalada de precios. Minimizar un problema nada resuelve. Intentar convencer a la ciudadanía de que no es real lo que ahora deben pagar —o dejar de consumir— para alimentarse, tampoco. Sí así es la terca realidad, peor para la realidad, dirán aquéllos.


(*) El autor es egresado de la licenciatura de Periodismo y Comunicación de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM. Se ha especializado en periodismo electrónico; coordinador de invitados y de información desde 2003 del noticiario radiofónico “En los Tiempos de la Radio” conducido por Oscar Mario Beteta en Radio Fórmula, ha sido también reportero en la Agencia Detrás de la Noticia de Ricardo Rocha y en el noticiario cultural “Radio UNAM Informa” en el 96.1 de FM, donde también fue productor. Asistente de producción por un breve tiempo en “Monitor de la mañana” al lado de José Gutiérrez Vivó, también ha incursionado en medios escritos como colaborador en la redacción del diario El Sol de México.

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