martes, 18 de diciembre de 2007

Narración

Guía para apropiarse de una ciudad

Por Jorge Luis Anaya (*)

Al maestro E. R.

Al igual que para apropiarse de una mujer es necesario dejar la prisa bajo la cama, recorrerla con ritmo acompasado aún por los rincones menos pensados.

1. Sugiero que se recorra a pie, que es la única manera de poner todos los sentidos en ello, es indispensable dejar los ipods guardados, las mochilas y todo aquello que nos delata como un turista. Resultan particularmente chocantes aquellas personas que quieren denotar a toda costa su “estatus” de turista.

2. Evite tomar recorridos prefabricados, esos son para los turistas light y gordas con pañalera. Si se quiere de verdad conocerla evite los guías y turibuses. Sugiero siga su instinto, encontrará rutas encantadoras, recovecos donde hierve la vida de la ciudad, donde se respira la esencia de un pueblo.

3. Métase a la cantina más rascuache que encuentre, donde usted piense “aquí sí me rompen la madre”. No importa si es una tienda de abarrotes habilitada como tal o de plano una pulquería. Si se es hábil no solo no le romperán nada, sino que vivirá una de las experiencias más extremas y surrealistas que haya imaginado. Observe con el rabillo del ojo los personajes que ahí se desenvuelven, pero sin herir susceptibilidades -lo que es frecuente-, salude si lo miran. Si tiene suerte le invitarán unos tragos, incluso puede salir del lugar en compañía de una dama (o caballero según sea el caso).

4. Si se quieren experiencias mas lúbricas puede tomar cualquier taxi en la noche, con unas cuantas frases de camaradería usted tendrá al instante un experimentado guía en turismo sexual. Le llevará a los lugares más inusitados y recónditos de una ciudad, sólo déjese llevar por los expertos de la noche. Ellos sabrán donde encontrar lo que su más puerca imaginación le indique, incluso conocen tarifas y si adulteran las bebidas.

5. No es posible apropiarse de la ciudad sin comer los platillos que prepara la gente, de los cuales se sienten orgullosos. Por el amor de dios, no vaya a entrar a comer a un Vips o Sanborns, mucho menos cometa el sacrílego error de ir a comer a Mc donalds “por que es más limpio”. Vea donde hay gente comiendo en la calle, el mercadito, la plaza. Un poco de moscas no le hará perder su fortuna en hospitales. Sugiero escoja el lugar más concurrido y pida el platillo que jamás haya visto, o que tenga el nombre más extraño, le aseguro será una experiencia arrolladora.

Esa ciudad será suya sólo si le devora todos los rincones con la lengua y la mirada, igual que una mujer.


(*) Nace en la Ciudad México, el mismo mes y el mismo año que Silvia Saint, aunque decidió hacer fama y fortuna de otra manera. Egresado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Comenzó a escribir casi accidentalmente cuando su novia le pidió que la acompañara a un taller de creación literaria en una librería en Coyoacán el año pasado. El paso por el taller fue brevísimo, terminó cuando el maestro le tiro la onda a su novia. Esa experiencia revolvió en él la inquietud de escribir, así que se alistó en el taller literario de Eusebio Ruvalcaba, donde las mejores lecciones de escritor las vivió con el mismísimo maestro en la mesa de cualquier cantina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

la próxima vez que recorra la ciudad quiero ser una vieja gorda cargando una pañalera, pero con derecho insubordinado a comer chupacabras asesinos del buen paladar